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martes, 21 de diciembre de 2010

OBESIDAD EL CAMINO A UN SINFIN DE ENFERMEDADES

GUSTAVO AGUIRRE MORALES

¡El sabor de los dioses!
Sabores que extasían el paladar de comensales… y de los dioses, dirían los magistrales poetas inmersos en la vorágine de la creatividad. Papilas gustativas que más que complacidas mueren acribilladas de tanto delirio. Ese enorme y agradable sabor que sólo se puede percibir en un momento de deleite, en un momento de lujuria gustativa. En este mundo no existe momento más placentero que la comida… ¡pero la buena comida!, sin importar que tenga o no nutrientes. ¡La chispa de la vida!
Percibir olores, respirar profundo y guardar en nuestro cerebro esos hilos, esos vientos, esas ráfagas que atacan nuestros sentidos hasta dejarlos exhaustos, al borde de una muerte imaginaria. Ese es momento culminante de una acción que nuestro organismo exige para continuar caminando por la vida en busca de satisfacción, satisfacción enganchada, amarrada, anudada a olores emanados de lo hermoso, de lo gratificante, de lo extraordinario… de lo desconocido.
De la vista nace el amor, dicen los eternos amantes de la belleza, belleza que se percibe según los gustos e intereses que se tengan. Pero el olfato amalgamado con la vista y el paladar son fórmula biológica que nos llevará de la mano hacia la eternidad, hacia ese universo finito que para nuestros sentidos no es finito… ¡esa también es belleza! Dicen los que saben, que no existe más placer que dormir y comer. Y es cierto… en muchos de los casos.
Sin embargo, tal gusto, deleite y éxtasis por los alimentos no sólo pueden llevarnos a viajar por los siderales espacios imaginarios de una vida inundada de placeres que parecerían inocuos. La comida también nos puede llevar a la muerte, esa muerte tan temida pero tan menospreciada por nuestra raza de bronce.
Los alimentos pueden ser tan benignos como malignos. Como guadañas, la comida puede mellar nuestro cuerpo hasta el punto de perder la vista, las piezas dentales, una pierna, las dos piernas y quedar en calidad de sacos postrados sobre una silla de ruedas. La eterna inutilidad, el eterno arrepentimiento, el eterno sufrir. Socialmente ya no servimos para nada sino para prolongar una agonía con olor a parca, agonía que descansa sobre un carro metálico que nos trasladará de un punto a otro para toda la vida, pero que irremediablemente, y en corto, muy corto tiempo, será el vehículo que nos conducirá hacia el eterno descanso.
Refrigeradores vacíos. Distancias cortas, imágenes repletas de sufrimientos. Amputaciones que pudieron no ser, glaucomas que se pudieron prevenir. Parálisis que nos postran en un rincón de casa. Sufrimiento que invade el hogar y espíritus que sufrirán para toda la vida como resultado de una enfermedad que invade a un ser querido.
Así, y peor, es la diabetes… las dos diabetes: la mellitus I y la mellitus II. No hay enfermo que lo soporte ni paciente que la acepte. Mientras que la primera es hereditaria, la segunda también lo puede ser, pero la mellitus II se puede adquirir con la facilidad que nos da la facilidad. Es suficiente tener unos kilos de más para ser candidato idóneo. La regla es sencilla: compulsivos irreverentes, poco o nulo ejercicio y sedentarismo. ¡Ese es el secreto!... no hay más secreto.
Por la vida caminan pensativos alrededor de diez millones de diabéticos ¡tan solo en México! Algunos han logrado mantener la verticalidad, pero su caminar es lento, pesado, doloroso. Armados, como en el Viejo Oeste, con una buena dosis de insulina para mitigar los síntomas de un mal que ya los tiene en sus garras. Esa es su vida: comer vorazmente y anular los aumentos excesivos de glucosa con medicamento. Es algo así como compartir los alimentos con la muerte.
Corazones débiles, hipertensión mortífera, páncreas deteriorado, sangre que no irriga fielmente el organismo, glaucoma pernicioso, piernas débiles, depresión constante, neuropatías, familias desesperadas, amigos que se retiran de sus vidas… La diabetes es una verdadera fatalidad que deja a los enfermos casi en la más completa indefensión y en la más sombría soledad. El peor de los pacientes, comentaba un cardiólogo, es el diabético.
Se está peleado con la vida, pero también con la muerte. Se es amigo de la vida, pero también de la muerte. La diabetes tiene esas dos características… mantiene esa dualidad, dualidad en la que al fin y al cabo triunfará la mortaja; no existe otra salida… no hay escape.
Para ellos los pecados capitales son poca cosa, son letra muerta. No solo los menosprecian sino que los reverencian, los hacen su patrimonio. No hay máxima ni mínima. Todo gira alrededor de la gula y de la muerte misma.

          MORIRSE EN LA RAYA
Para los diabéticos, la vida no vale nada, o esa es la impresión que dan ante los ojos de las personas que los rodean. Esa es la apreciación de todos aquellos que tenemos el infortunio de tener un familiar o un querido amigo presa de esa degenerativa enfermedad. La soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza son actos innatos en ellos; empero, la gula es la que hace presa de los diabéticos, los tiene encadenados, son sus esclavos.
Palabras huecas la de los médicos. Frases que se lleva el viento. No existen consejos de profesionales. No hay aceptación de la enfermedad. No hay sicólogo ni siquiatra que los convenza. “La panza es primero” y la salud secundaria, y hasta terciaria. ¡Para eso se inventó la insulina!, remedio que paulatinamente deteriora aún más la salud de la víctima. El dolor ajeno nada importa. La glotonería es la madre de las satisfacciones. Familiares adaptándose a la vida de los diabéticos, pero los diabéticos no se adaptan a su vida de enfermos que debieran respetar. Es un real y verdadero padecer.
Chantajistas son los diabéticos. Los consejos les incomodan. Las recomendaciones les molestan. A hurtadillas se llevan los alimentos a la boca, en secreto huyen de casa para buscar tienditas o tiendotas para atiborrarse de comida. Son expertos escapistas. Nada les hace daño, ellos creen saber más que todos. Poco o nada les interesa el sufrimiento de la gente que los rodea. Pero la muerte va de la mano con ellos. Es su eterna y fiel compañera. Lo saben, pero se autoengañan al pensar que nada pasa, que su glotonería no es reiterada: sólo por única vez, se repiten todos los días y todos los días caen en su propia trampa. Es el eterno reto a la muerte, es el inacabable juego de la ruleta rusa. Pero la muerte llegará rápido, muy rápido, más rápido de lo esperado.
El presente trabajo no pretende ser una guía y menos un decálogo para los enfermos de diabetes. Corroborado está que el grueso de las personas que la padecen, son simple y sencillamente inmaduras para poder sostener una relación de respeto con ese mortal padecimiento.
Se trata de un trabajo que nació al observar la importante cantidad de gordos y gordas, obesos y obesas que pasean alegremente por la ciudad de México, aunado a la entrevista a 15 personas realizadas, que arrojaron, diabetes, hipertensión arterial, y, sobre todo, obesidad.
Muchas cocas, muchas pepsis, muchas papitas, muchas pizzas, muchos chetos, muchos hot-dogs y muchas hamburguesas forman parte de la dieta diaria del mexicano, se trate de adultos, jóvenes, adolescentes o niños.
Harinas, demasiadas harinas refinadas; azúcares, demasiados azúcares refinados; carbohidratos, demasiados carbohidratos. El resto de los contenidos… ¡artificiales!, como artificiales son también los nutrientes que se encuentran contenidos en esas comidas.
Este trabajo se centra en las enfermedades que origina el consumo de alimentos chatarra, al igual que en las multimillonarias cantidades de dinero que el sector salud canaliza para combatir la desnutrición, gordura y obesidad, complicaciones que nos lleva a adquirir graves enfermedades. Las autoridades sanitarias se encuentran al borde de la locura por las cuantiosas sumas que ya invierten en ciudadanos que acuden a sus instalaciones para remediar sus males, muchos de ellos originados por la pésima alimentación basada principalmente en alimentos basura con cero nutrientes.
En este laberinto de desnutrición y enfermedades provocadas por la mala la pésima alimentación, se encuentran personas de todas las edades y sexos: no existe exclusividad. Jóvenes adiposos que no parece ser justo verlos así. Muchos de estos males son resultado de la ingestión de comida agringada y de los “antojitos” que se venden fuera y dentro de planteles educativos, oficinas gubernamentales y privadas.
Como dato adicional, es relevante mencionar que los mexicanos desembolsamos alrededor de 240 mil millones de pesos anuales en la compra de alimentos chatarra y tan sólo 10 mil millones en alimentos básicos, mientras que los infantes gastan en cooperativas escolares 20 millones en la compra de comida de bajo o nulo valor nutricional.



 OBESIDAD
La obesidad se define como el exceso de grasa corporal que induce a un aumento significativo de riesgo para la salud, debido al desequilibrio prolongado entre la ingestión de calorías y el consumo de energía, señala el doctor Raymundo Paredes Sierra, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). No es una enfermedad en sí, pero al año provoca alrededor de 300 muertes relacionadas con el exceso de grasa y las enfermedades asociadas con la propia obesidad.
La obesidad no viene sola. Ésta se puede adquirir en paquete. El regalo del exceso de grasa es la diabetes II, hipertensión arterial, cáncer, infartos cardiacos y cerebrales, várices, esterilidad y trastornos hormonales en la mujer, impotencia en el hombre, anemia y desnutrición, enfisema, asma y neumonía, insuficiencia renal, osteoporosis y otras degeneraciones óseas, entre muchos males más.
Una buena obesidad se puede adquirir de dos maneras: cuando no es por herencia genética o por trastornos hormonales, la obesidad nos llega fácilmente de la siguiente manera: siguiendo el método de Homero Simpson, el cual consiste en sentarse medio día frente al televisor viendo un partido de futbol y llenándose la barriga de donas y cervezas. También tomando refrescos todos los días para acompañar un buen menú de frituras y papas fritas. Asimismo, arrojándose a una silla frente a la computadora en compañía de ricas hamburguesas o pizzas… o las dos cosas al mismísimo tiempo. Existen más métodos, pero estos tres son los más populares y efectivos.
Entonces, pues, el secreto para lograr una buena obesidad es muy sencillo: mucha chatarra, mucho refresco, mucha cerveza, mucha tele o computadora y, claro está, poco o nulo ejercicio.
El consumo ilimitado de comida chatarra nos vuelve obsesos, a pesar de que la obesidad es un problema de los países del primer mundo. En México, donde prolifera la desnutrición, se dan más casos de niños con este problema que en los países industrializados. Este fenómeno se debe principalmente a la mala alimentación y al exceso de alimentación basura o chatarra.
El doctor Bartolomé Pérez, asegura que la obesidad es el resultado de una dieta alta en calorías y carbohidratos, aunque intervienen otros factores. Los nutriólogos no sólo la ven como resultado de una dieta alta en calorías, sino que toman en cuenta también otros aspectos.
Asimismo, Bartolomé Pérez señala que es muy importante diferenciar la obesidad de lo que es el sobre peso; la primera se refiere al incremento de grasa en el organismo, el segundo es el peso de los músculos y huesos.
La nutrióloga Rocío García Hernández, asegura que existen diversas causas que originan la obesidad, pero destaca sobre todo la falta de proteínas, ya que éstas aportan nutrientes esenciales para la salud y el buen crecimiento. Se puede decir, que padecer este problema es tener un tipo de desnutrición. Cuando el infante consume en mayor grado carbohidratos, parece estar gordito y sano pero, al hacerle un estudio valorativo, se observa que no es así, ya que sus carbohidratos son producidos generalmente por comida basura o chatarra.
La Academia Americana de Pediatría recomienda como supervisión para la salud la motivación de los padres para que promuevan modelos de alimentación saludables y favorezcan la elección de comidas sanas. El consumo precoz de comida rápida o fast-food por parte de los niños marca el consumo posterior de estos alimentos, determinando sus preferencias gustativas, lo que pudiera justificar una regulación del consumo de estos productos y sugiere la importancia de un condicionamiento de las preferencias gustativas desde edades tempranas como modo de mejorar las conductas alimentarias.
Además, la pérdida de formas de alimentarse tradicionales, la desaparición paulatina de convivencia con la familia y la desorganización de las comidas como acto de convivencia y relación familiar breve (muchas veces mientras los niños y sus padres realizan otras actividades, como ver la televisión o trabajar en la computadora) se han relacionado con un incremento en el consumo de “comida-fast-food. Se ha demostrado que en los diferentes estratos socioeconómicos se hace un consumo similar de estos alimentos, a pesar de una clara diferencia en la preocupación por el costo y las propiedades nutritivas de los mismos.
Hasta la fecha, los esfuerzos de las administraciones para favorecer una alimentación saludable desde la infancia siguen siendo escasos si tenemos en cuenta su verdadero potencial. En 29.5 por ciento de los hospitales infantiles estadounidenses existen restaurantes de comida rápida, lo que origina un mayor consumo por parte de familiares y acompañantes y mejora la percepción de los padres acerca de la comida rápida. Su presencia sitúa la fast-food en un medio que es percibido como creíble y beneficioso para la salud y comercialmente sirve para marcar favorablemente la elección de fast-food.

PRIMERA CAUSA DE MUERTE EN MEXICO
El Instituto Nacional de Salud Pública, desde la publicación de su Encuesta de Salud y Nutrición de 2006 (ENSANUT 2006), ha dado voz de alarma acerca del incremento dramático que han tenido las tasas de sobrepeso y obesidad en México, ya que 70 por ciento de los adultos mexicanos la padecen. Este incremento se ha agravado en niños en edad escolar, aumentando de 18.4 por ciento en 1999 a 26.2 por ciento en 2006, es decir, a razón de 1.1 porcentual por año.
La diabetes mellitus, importante complicación de la obesidad, es la primera causa de muerte en México. Cabe destacar que además de la alta mortalidad, el tratamiento de la diabetes y sus complicaciones cuesta al Estado cerca de 80 mil millones de pesos al año, más el impacto sobre la economía familiar y el sufrimiento humano que esto trae consigo.
Teniendo como objetivo contener el rápido aumento de obesidad y sus complicaciones en México, el gobierno federal presentó el Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria: estrategia contra el Sobrepeso y la Obesidad, en el cual se identifican los objetivos prioritarios para este fin. Con base en ese acuerdo, la Secretaría de Educación Pública (SEP), con apoyo de la Secretaría de Salud (SSA) ha propuesto -después de una amplia consulta con expertos- los lineamientos generales para el expendio o distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar de los planteles de educación básica, que pretenden promover una alimentación saludable en el entorno escolar, el cual se ha vuelto altamente “obesogénico”.
La estrategia de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004) propone: “Para proteger la salud de los escolares, la escuela debe promover una alimentación sana, así como la actividad física. Se alienta a los gobiernos a que limiten la disponibilidad de productos con alto contenido de sal, azúcar y grasas.”
Los lineamientos que se están proponiendo, promueven el uso de agua potable como principal bebida hidratante, así como el consumo de frutas y verduras. De manera complementaria se propone desestimular el consumo de bebidas endulzadas (refrescos, jugos, néctares y otras bebidas que contienen endulzantes calóricos) y alimentos con alta densidad de energía (botanas, galletas, pastelillos industriales, entre otros alimentos).
Para alcanzar este objetivo es importante que los Lineamientos definan ciertas características de los alimentos, entre ellas, señalar los límites del contenido de calorías para los productos de alta densidad de calorías (>275 kilocalorías/100 gramos) y recomendar la reducción gradual de grasas de riesgo, azúcares añadidos y sodio en los alimentos consumidos por los niños, de acuerdo a las recomendaciones de la OMS y otros organismos internacionales de salud.
Los comités de expertos de la OMS y el World Cancer Research Fund afirman que hay evidencia científica suficiente para argumentar que el riesgo de obesidad aumenta con el consumo de bebidas azucaradas. Es importante mencionar que México es uno de los principales consumidores mundiales de bebidas endulzadas, según la Asociación Nacional de Productores de Refrescos y Aguas Carbonatadas.
En 2007 los mexicanos consumieron 160.1 litros de refresco por persona por año. Esto se traduce en que las bebidas endulzadas representan el 27.8 por ciento y el 20.7 por ciento del consumo diario de calorías en niños pre-escolares y escolares, lo cual muy posiblemente fomenta el desarrollo de obesidad.
El uso de edulcorantes no calóricos para disminuir el consumo de energía en la población adulta está justificado. Sin embargo, su uso en alimentos y bebidas consumidos por niños es totalmente desaconsejable. Las razones para desaconsejar los edulcorantes incluyen la falta de evidencia sobre su inocuidad cuando el consumo se inicia en edades tempranas.
Finalmente, el gusto por el sabor dulce es un hábito que se aprende en etapas tempranas, por lo que consumir alimentos y bebidas con edulcorantes artificiales no permite que los niños disminuyan su gusto y el consumo de alimentos y bebidas dulces.
El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) asegura que el cálculo de los requerimientos de energía durante el refrigerio de la escuela está basado en evidencia científica publicada, tanto para las calorías totales, como para los niveles de actividad física. Además, considera que el refrigerio escolar en México no es una comida principal, por lo cual hay que asignarle menos calorías que las que se calculan para una comida de dicha importancia. Las combinaciones de alimentos sugeridos en los Lineamientos están basadas en una Norma Mexicana ampliamente aplicada, conocida como el “plato del bien comer”.
Por otra parte, la Academia Nacional de Medicina de México, la Academia Mexicana de Pediatría y otros cuerpos académicos de reconocida calidad, han asegurado que en la elaboración de los Lineamientos aquí discutidos, la SSA y la SEP utilizaron la mejor evidencia científica disponible que se apega a las recomendaciones de la Estrategia Mundial de la OMS y de otros órganos internacionales preocupados por la prevención de la obesidad.
Los lineamientos generales para el expendio o distribución de alimentos y bebidas en los establecimientos de consumo escolar de los planteles de educación básica, presentan por primera vez una normatividad basada sólidamente en evidencia científica y en buenas prácticas de salud pública, e introduce un principio de orden en medio del desorden que rige la alimentación en las escuelas de educación básica.
Estamos totalmente confiados que el interés público prevalecerá sobre los intereses particulares y que el gobierno federal hará, dentro del marco de la ley, todo lo posible para que las medidas que están siendo propuestas en los lineamientos no sean convertidas en letra muerta, comprometiendo gravemente la salud de esta generación y las generaciones venideras.
El 12 de agosto de 2010, la agencia de noticias Apro, denunciaba:
El presidente de la Confederación Nacional de Agrupaciones de Comerciantes de Centros de Abasto (Conacca), Alfredo Neme Martínez, criticó la decisión de las secretarías de Salud (SS) y Educación (SEP) de dar marcha atrás a la prohibición de vender “comida chatarra” en escuelas primarias y secundarias.
Con esa medida, dijo, lo que el gobierno federal hace es “proteger” a la industria de alimentos y bebidas, en detrimento de la salud de 37.2 millones de estudiantes de educación básica.
El combate a la obesidad en la niñez, añadió, “es de seguridad nacional”, sin embargo –insistió– los secretarios de Salud, Educación Pública y Economía, José Ángel Córdova, Alonso Lujambio y Bruno Ferrari, respectivamente, ignoraron la recomendación de la Cámara de Diputados para erradicar la venta de “comida chatarra” en los planteles escolares de México.

                                                    PREVENCIÓN PARA LA SALUD
La educación para la salud es un instrumento fundamental en la prevención y en la promoción de la salud. Consiste en el desarrollo de actividades concretas de información, motivación y ayuda con grupos de personas para conseguir una mejora de sus conocimientos en materia de salud y dotarles de habilidades personales para asumir responsabilidades respecto a su propia salud, potenciando la opción de comportamientos saludables. Todo el personal de los servicios sanitarios debe cooperar en la educación para la salud de forma coherente y coordinada, según las funciones que les correspondan.
La educación para la salud es necesario que se lleve a cabo en los sistemas de interacción normales de los individuos: medio laboral, escuela, servicios sanitarios medios de comunicación, instituciones diversas.
Sin embargo debemos ser realistas, en México pesa más la iniciativa privada y en particular la industria de comida chatarra, que la salud de los mexicanos. En las escuelas primarias y secundarias de México sólo tienen un par de horas a la semana para hacer ejercicio. Las materias no están enfocadas a una buena alimentación, esta se da de “repazón”. Luego entonces la única manera desde mi punto de vista para tratar de corregir la obesidad que conlleva múltiples enfermedades es EDUCAR A LOS PADRES DE LOS MENORES PARA REGRESAR A UNA ALIMENTACIÓN SANA. Siempre existen personas comprometidas con la sociedad que forman asociaciones, organizaciones o simplemente grupos de ayuda sin esperar retribución alguna. Se pueden formar estos grupos de ayuda en las colonias, delegaciones, municipios etc., para hacer conciencia en los adultos de este terrible mal que es la “obesidad”. Comer bien o por lo menos dejar de consumir lo más posible refrescos, sopes, gansitos y todo esta comida chatarra y hacer un poco de ejercicio diario (caminar por lo menos 20 minutos diarios) corregiría en gran medida la “obesidad”. En una ciudad como es el Distrito Federal donde cada día hay menos espacios para ejercitarse, el caminar y una dieta “saludable” es la única salida para adelgazar.
Alimentación sana lo más posible. Padres que trabajan y lo más fácil es darles unos pesos a los hijos para que se “alimenten” aunque sea con unas papas y un refresco es lo que se vive en México. Conciencia en los padres, tal vez no una dieta como hace 30 o 40 años, pero sí tratar de evitar en lo posible refrescos, papas chetos y pastelitos. Un poco de caminar en familia creo que ayudaría demasiado. Prevenir es mejor que remediar, no creo pedir demasiado.

Bibliografía:
Aguirre Morales Marco Antonio. Tesis para obtener el grado de maestro en la escuela de periodismo Carlos Septien García

Referencias electrónicas:

http://www.lajornadamichoacan.com.mx/2010/10/01/index.php?section=politica&article=011n2pol. Recuperado el 22 de noviembre de 2010

http://www.lajornadamorelos.com/noticias/sociedad-y-justicia/89402-aumenta-el-indice-de-sobrepeso-en-poblacion-infantil-de-mexico. Recuperado el 22 de noviembre de 2010

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